Todo hombre guarda un pequeño mundo de fantasías e ilusiones en un rincón de su alma, que nunca desaparece a lo largo de su vida y gracias a esta potencialidad humana, Horacio Quiroga deja fluir de u imaginación pequeñas historias de animales de la selva en las cuales deja entrever problemas cotidianos que deben resolver sus habitantes para lograr sobrevivir entre los humanos. La característica más sobresaliente del autor, en esta obra, consiste en que cada cuento refleja uno o varios de los valores éticos que el hombre de todos los tiempos, requiere poner en constante práctica, a fin de resguardar un mundo pleno de armonía, en donde los niños puedan sentirse seguros, amados, felices y satisfechos de pertenecer a él, para un día no muy lejano tomar la responsabilidad de sí mismos. La moraleja que el autor introduce en cada breve historia, es mostrada en un lenguaje sencillo e interesante, con el único objetivo de que los niños aprendan de los animales, lo que los adultos olvidamos desde hace tiempo: la honradez, la valentía, el amor, la forma de ser felices, la cooperación o ayuda mutua, el trabajo creativo, el cuidado o protección de los débiles, la aceptación de la muerte, etc. Aunque esta obra fue escrita para los niños, es capaz de sembrar una semilla de reflexión en los adultos, pues resalta sentimientos humanos sublimes largo tiempo olvidados, y nos permite revalorar nuestra existencia ante la finitud humana en constante acecho, mostrándonos sólo como lo que somos: viajeros del mundo, sin derecho a permanecer más de "lo necesario".